Ojos que nunca temieron
ser arrancados de sus cuencas,
ojos temerarios
que conocen el dolor...
que se clavaron aquella noche
en oscuros abismos de venganza
y de aquellos hondos precipicios
un ave negra emergió.
ser arrancados de sus cuencas,
ojos temerarios
que conocen el dolor...
que se clavaron aquella noche
en oscuros abismos de venganza
y de aquellos hondos precipicios
un ave negra emergió.
Y su vuelo robó la mirada
de esos ojos que entre el odio
casi habían extraviado el alma,
ojos que hoy contemplan con asombro
sus brillantes y negras alas
recordando el concepto de libertad,
también de lo que es cariño
y lo que significa volar.
Ojos enamorados
que no temen ser extraídos...
que nunca tuvieron dueño.
En sus pupilas está plasmada
esa enigmática figura
del ave mística, misteriosa
que revolotea el alma,
que roba suspiros y el sueño.
Ojos que confían sin remedio
y se entregan, sin a cambio nada esperar,
ojos que pueden llegar a llorar
por esa creciente distancia
y ese mar de imposibilidad.
Ojos que sólo saben de cariño...
aunque en el intento, lleguen a naufragar,
ojos enamorados
de un amor prohibido, en color negro,
miradas que lo acarician sin tacto
a través del viento, en pleno vuelo,
entre la melancolía de no tenerlo
y el anhelo de, al menos,
un día de cerca, verlo.
❥ Dalia Hernández
© Derechos reservados
2019
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